Capellanes A Prueba
El Futuro Del Ministerio Catolico En Los Campus Universitarios
by Father John McCloskey
Harry era un estudiante de primer año en la prestigiosa Universidad Eastern donde trabajo como Capellán Asociado. Había estudiado en una de las escuelas secundarias católicas mejor conocidas del Occidente Medio del país. Era un tipo bien formado, bien parecido, inteligente, y obviamente era un líder estudiantil. Cuando le pregunté sobre sus conocimientos y la práctica de su fe, me contestó que había estudiado en escuelas católicas durante 12 años, que era un creyente practicante y que se consideraba que era un católico serio.
En ese momento decidí hacerle unas cuantas preguntas. Cuando le pregunté sobre la Misa me contestó que se trataba de una reunión semanal de cristianos en la cual podían expresar sus sentimientos.. Me confió que a veces iba a Misa los lunes o martes para cumplir cion la obligación "dominical". Ante una pregunta sobre la Iglesia, me dijo que era una organización fundada por los apóstoles de Cristo después de su muerte, con el objeto de mantener vivas sus ideas. En respuesta a una pregunta sobre la confesiónme dijo que él había recibido absolución general en los últimos tres años y no veía la necesidad de hacer una confesión personal.
Harry es un reflejo de muchos estudiantes católicos que me he encontrado durante mi trabajo pastoral en varios campus universitarios. Irónicamente resulta que a menudo lo estudiantes a los que es más difícil atender son precisamente los que han sido educados en escuelas católicas. Los estudiantes educados en escuelas públicas y privadas generalmente están más abiertos a la verdadera enseñanza y práctica católicas.
Mi trato con los Harrys del mundo de estudiantes no graduados me ha llevado al convencimiento de que a menos que se dé un empuje enérgico en los campus seculares, tanto para catequizar como para evangelizar, estamos en peligro de perder una generación más de católicos que sólo podrían recuperarse para Cristo y su Iglesia a un costo extraordinario de dolor y esfuerzo.
Fuera de la familia y el seminario, el trabajo más importante para el futuro de la Iglesia tiene lugar en el campus universitario. El Segundo Concilio Vaticano nos dice lo siguiente:
Todos los cristianos… tienen derecho a la educación cristiana. Esta no persigue sólo la madurez antes descrita de la persona humana sino que busca que los bautizados, mientras se inician gradualmente en el conocimiento del misterio de la salvación, sean cada vez más conscientes del don recibido de la fe: … Además, ellos mismos, conscientes de su vocación, deben acostumbrarse no sólo a dar testimonio de su esperanza sino también a ayudar a la configuración cristiana del mundo, mediante la cual los valores naturales, asumidos en la consideración íntegra del hombre redimido por Cristo, contribuyen al bien de toda la sociedad. Por lo cual este Concilio recuerda a los pastores de almas su gravísima obligación de disponer las cosas de tal modo que todos los fieles gocen de esta educación cristiana, especialmente los jóvenes que son la esperanza de la Iglesia (Gravissimum Educationis 2).
El ambiente universitario constituye generalmente la última oportunidad para la formación del pre-adulto católico. Las convicciones que se adquieren durante los años universitarios serán las que tengan los líderes del futuro. En este ensayo, trataré sobre algunos de los desafíos y problemas del ministerio en los campus y cómo lograr más eficiencia en la formación de los estudiantes católicos y en la evangelización de los no católicos. Por supuesto que me basaré en mis propias experiencias con cienes de estudiantes en varios campus universitarios, y por tanto no todas mis percepciones y sugerencias tienen validez universal.
Los obispos católicos americanos en su carta pastoral de 1986 titulada "Empowered by the Spirit: Campus Ministry Faces the future" afirman lo siguiente: "El número de católicos que asisten a los colegios superiores y universidades supera ampliamente el porcentaje de su grupo respecto de la población general. Resulta crucial que estos futuros líderes de la Iglesia y la sociedad reciban lo mejor de nuestra tradición católica y tomen contacto con líderes dedicados. " Dependiendo de la composición religiosa de la zona, el capellán generalmente encontrará que el porcentaje de católicos en una universidad laica puede ser hasta del 25 al 50 por ciento. Normalmente los católicos tienden a ser la denominación religiosa más numerosa del campus. La edad del estudiante no graduado promedio oscila generalmente entre los 17 y 22 años, y confronta presiones tanto de la sociedad como de sus compañeros, como consecuencia de pertenecer a una minoría en un campus laico. Además del proceso de maduración normal y el despertar de su intelecto, el estudiante universitario se verá cara a cara con una libertad personal, nunca antes experimentada a niveles tan grandes. Estará sujeto a presiones intensas para conformarse con el espíritu secular de la época que otorga alta importancia a la autonomía personal y mira la vida como una búsqueda de "crecimiento" personal en la cual se promueve o al menos se admite el abuso del alcohol, las drogas y el sexo.
Presión en las aulas.
En el aula enfrentarán presiones de otro tipo. La gran mayoría, sino todos los cursos que toma, tendrán un punto de vista naturalista, despojados de todo enfoque sobrenatural. Los profesores responsables en guiarlos y calificar su trabajo serán generalmente hostiles a la doctrina y moral cristianas. Las lecturas asignadas contendrán los mismos puntos de vista de los profesores que las asignan.
El tiempo libre a menudo transcurrirá viendo televisión y leyendo revistas y novelas que con frecuencia son una burla de su fe y proyectan la vida como una autorrealización hedonista con un poco de tiempo dedicado al servicio de aquellos menos afortunados. Por otra parte, además de las presiones y tentaciones ya mencionadas, que conducen a una vida desordenada, dispada y egoísta, pueden muu bien encontrarse con evangelistas dedicados y cristianos fundamentalistas muy bien versados en las Escrituras ejerciendo un proselitismo agresivo. Puede llegarse a considerar que la religión es una experiencia emocional, o una convicción personal de la propia salvación. Puede dejarse arrastras y convertirse en un cristiano renacido
¿Qué tiene el joven católico típico en reserva para contrarrestar estas fuertes presiones que recibe de todos lados? Muy poco, de acuerdo a mi experiencia en la última década. A menudo proviene de una familia destruída o problemática, o ensombrecida por una contracepción egoísta por parte de los padres. Procede generalmente de una familia pequeña que no lo estimuló en el crecimiento de las virtudes de servicio, responsabilidad y en el hábito de compartir, tan frecuentes cuando uno crece en el seno de una familia numerosa. No apreciará adecuadamente el papel fundamental del cristianismo en la cultura universal y generalmente su formación en literatura, mùsica y arte clásicos será muy limitada. Dado el estado actual de la sociedad, no entenderá a cabalidad lo que significa comprometerse de por vida, ya sea en el matrimonio o en la vida religiosa, esferas donde ha presenciado divorcios y deserciones.
Finalmente, en cuanto al conocimiento de la fe, pensará que domina más que adecuadamente, la doctrina y la moral cristianas, dado que se educó por muchos años en escuelas católicas o en el programa de CCD. Sin embargo, al plantearle unas cuantas preguntas, quedará de relieve que sólo posee conocimientos rudimentarios de los aspectos básicos, combinados con una abundante mezcla de conceptos confusos. Sea lo que fuere, desde temprana edad ha sido privado de un conocimiento básico de la fe y precisamente ahora que necesita desesperadamente contar con respuestas intelectuales y morales a los retos y presiones que lo rodean, resulta que está vacío. Puede estar a nivel de estudios superiores, pero su educación religiosa a duras penas pasa del nivel elemental. Tiene apenas un compromiso mínimo con su fe, no por falta de buena voluntad de su parte, sino debido en realidad a una ignorancia casi invencible. Esto no sería tan trágico a no ser por el hecho que con frecuencia aquellos que han sido deformados están listos a insistir en su propia visión del cristianismo, en vez de aprender y adherirse a las enseñanzas de Cristo y su Iglesia.
Pareciera que esta situación es irremediable. ¡Nada de eso¡ La ley natural continúa escribiéndose en el corazón del hombre. Actualmente muchos de los estudiantes universitarios están mostrando un interés renovado en la religión, tanto en teoría como en la práctica. Muchos estudiante han visto claramente los efectos que un género hedonista de vida ha tenido en las vidas de sus padres y de sus hermanos y hermanas mayores y rechazan el código relativista de moral típico de los años 1960 y 1970. Hoy como siempre ha sido lo usual, los estudiantes muestran una gran preocupación por el futuro y tienen capacidad para forjar grandes ideales; muchos desean con firmeza cambiar la situación del mundo y aún la de su medio ambiente. Le toca al personal de capellanes ofrecerles la perspectiva católica en su búsqueda y la respuesta católica a sus problemas.
Los obispos americanos nos dicen que "En el campus hay una gran reserva de energía y talento que podría ponerse al servicio de la Iglesia y del mundo". Si los estudiantes católicos hoy en día son "paganos bautizados", le toca entonces a los capellanes, catequizarlos totalmente y ayudarles a vivir íntegramente su vida cristiana en la universidad, en medio de sus estudios y de sus relaciones personales, preparándolos para asumir mayores responsabilidades en el futuro con sus familias y en el trabajo profesional.
Lamentablemente, la situación general de los ministerios en los campus universitarios está llena de problemas. Por lo general, no están dotados de suficiente personal, debido a que cada vez hay menos disponibilidad de sacerdotes y religiosos calificados. En más de unos pocos casos, las capellanías universitarias se han utilizado como lugares donde tirar o refugiar a sacerdotes o religiosas que no se han ajustado bien en sus diócesis o en sus comunidades respectivas. Son raros los casos donde hay capellanías que cuentan con un plan congruente de trabajo evangélico y catequético que incluya a todos los estudiantes católicos desde un punto de vista dinámico y ortodoxo.
Ministerios laicos.
La mayoría de los ministerios universitarios se componen de un sacerdote, una religiosa y un número cada vez mayor de "ministros laicos", quienes tratan de forman una "comunidad de fe" con un número relativamente pequeño de estudiantes en el campus. Los estudiantes que participan, son a menudo aquellos que ya han estado involucrados en actividades de la Iglesia en sus parroquias o en la escuela secundaria. Las actividades del ministerio con frecuencia se dividen en varios comités: litúrgico, social, educativo, etc. La tendencia general es que los miembros de estos comités son muy pocos en relación con la población católica del campus.
Además de este grupito, quizás el 25 ó el 30 por ciento asisten a Misa los domingos. Por tanto, durante un año académico, hasta un 75 por ciento de la población católica no será alcanzado por la Iglesia.
Esto nos lleva a la pregunta de cómo alcanzar a esta enorme pero silenciosa mayoría. Primero que todo, tenemos que ofrecer una meta hacia la cual deberá dirigirse el ministerio de capellanes universitarios. El criterio que yo sugiero es muy sencillo. Dada la naturaleza sacramental de la Iglesia, el criterio básico para medir el éxito y el progreso de cualquier ministerio universitario podría ser el número de estudiantes que aprovechan el Sacramento de la Penitencia durante el curso del año y el número de estudiantes que asisten a la Misa dominical. Para que esto no parezca demasiado simple, quisiera destacar que los estudiantes universitarios sólo hacen estos dos compromisos con su fe si han recibido las enseñanzas de la Iglesia y si de alguna forma han establecido una relación personal con Jesucristo.
El fin principal de este apostolado deberá ser ayudarle al estudiante a reconciliarse con Dios y la Iglesia y ayudarle a permanecer y crecer en el estado de gracia. La gracia divina, por medio de la oración y los sacramentos, en colaboración con su buena voluntad, le ayudará no sólo a resistir tentaciones y presiones sino también a dar ejemplo personal y ser testigo de su fe ante los católicos y no católicos por igual. El estudiante que practica regularmente la Comunión y la Confesión en la universidad, tenderá a continuar estas prácticas por el resto de su vida y transmitírselas a su familia y amistades.
Esto es válido no sólo para los estudiantes sino también para los capellanes. La garantía más eficaz del crecimiento y el éxito del apostolado universitario será siempre el compromiso personal con la fe y la santidad de parte de los propios capellanes y su personal. Con toda exactitud señalan los obispos americanos:
Para ser eficaces, los ministros deben estar atentos a su propio desarrollo espiritua. Los ministros de los campus que toman su vida de oración en serio, pueden hablar abiertamente sobre su relación con Dios y podrán dirigirse a otrows… Por ello este es el momento oportuno para estimular a los ministros en los campus a que renueven sus propias vidas espirituales y que faciliten el desarrollo de la fe católica en los campus universitarios.
A corto plazo un activismo entusiasta puede parecer fructífero pero tarde o temprano está destinado al fracaso. Eventualmente el capellán universitario se va a "quemar" a menos que su trabajo esté fundamentado en una base prudente de oración y sacrifició, junto con el suficiente descanso y esparcimiento. Al igual que en los tiempos apostólicos, muchos de los demonios que aparecen en el apostolado universitario, serán expulsados únicamente con ayuno y oración. El capellán, además de su vida de oración, debería también reclutar la oración de otros, inclusive la intercesión de comunidades dedicadas a la vida contemplativa, para poder ser verdaderamente eficaz en su misión de cambiar los corazones y alcanzar conversiones.
Al terminar las matrículas, las oficinas administrativas de las universidades a menudo tienen una lista de los estudiantes católicos. En caso contrario, se puede hacer un censo, registrando simplemente a los estudiantes que asisten a Misa los domingos, durante los primeros domingos del año escolar. Una vez que se cuente con la lista o con el censo, el capellán o sus representantes deberían tratar de contactar a los estudiante por carta o teléfono, preferiblemente por teléfono. En el contacto inicial, se fija una cita para reunirse por unos 15 minutos para conocer al estudiante. De acuerdo a mi experiencia, rara vez se niega el estudiante a responder a este gesto de amistad e interés de parte del capellán.
Todo énfasis es poco para destacar la importancia de estos encuentros introductorios. Como ya lo he mencionado, el estudiante está bajo una enorme presión social y de sus compañeros. Para poder resistir estas presiones y eventualmente ayudar a otros a llevar una vida cristiana plena, necesitará el contrapeso de la ayuda que otros católicos convencidos, tanto religiosos como laicos, puedan darle desde el comienzo mismo de su carrera académica. Se trata de un ardua tarea que requiere mucho tiempo pero que producirá dividendos inmediatamente tanto para los estudiantes en forma individual como para la vitalidad del apostolado universitario. Ya cuando estén en el último o penúltimo año de la carrera pueden haberse perdido.
Por favor, vestiduras eclesiásticas
El capellán deberá prepararse adecuadamente para la entrevista con el estudiante, deberá conocer algo más acerca de él, y no sólo su nombre, la escuela secundaria y la ciudad de donde viene. El capellán debe recordar que al hablar con el estudiante lo está haciendo como representante de la Iglesia. Por tal razón él o ella deberán llevar sus vestiduras eclesiásticas. El estudiante debe ver al capellán como una persona amistosa, abierto a escuchar y genuinamente interesado en ofrecerle la ayuda de la Iglesia. La mayoría de los estudiantes tienen suficiente capacidad para apreciar el interés sincero de un adulto con experiencia.
Corresponde ahora que el capellán les haga preguntas sobre su vida y sus prácticas religiosas, ya sea verbalmente o por medio de un cuetionario. Preguntas tales como: ¿ha recibido usted una buena formación cristiana? ¿Practica usted su fe? ¿Qué hay de la Misa y la Confesión? ¿Cómo afecta su fe su conducta en la vida diaria, sus estudios, su vida social, sus ambiciones profesionales, el curso de sus estudios? ¿Cómo anticipa usted que su fe afectará su vida futura? También es útil preguntarles sobre sus antecedentes familiares. Estas preguntas son de gran ayuda para comprenderlos, para ver qué problemas tienen y cómo ayudarles. Son también de gran utilidad para el autoconocimiento del estudiante.
Para muchos de ellos, seguramente el mayor obstáculo será que no se han confesado válidamente durante varios años. La entrevista proporciona entonces la oportunidad de ofrecer una explicación completa del sacramento de la reconciliación. También se puede entregar una tarjeta o un folleto explicando el nuevo Rito de la Penitencia y ayudarles a hacer un examen de conciencia completo. Más de alguno seguramente querrá aprovechar y confesarse allí mismo. Sin embargo, la mayoría va a buscar como prepararse y confesarse después; de allí la importancia de tener un sacerdote en el confesionario con un horario regular y no simplemente por medio de citas. De esta forma la entrevista se convierte en ocasión de gracia y coloca al estudiante en camino de un rápido y sorprendente desarrollo espiritual durante sus años universitarios.
Uno de los objetivos de la entrevista debería ser producir un compromiso de parte del estudiante para que estudie más sobre su fe. Este sería el momento oportuno de ofrecerle un Nuevo Testamento y un buen catecismo con preguntas y respuestas, cortesía del capellán. Los estudiantes generalmente están de acuerdo cuando se les hace notar que su conocimiento de la fe debería estar por lo menos al mismo nivel que sus estudios seculares,
La entrevista es también un buen momento para informarles acerca de los servicios que ofrece la oficina del capellán y las diversas formas de involucrarse en su trabajo. Finalmente, al irse, el estudiante debería llevarse uno o dos folletos sobre temas de interés y dejar abierta la oportunidad para una segunda reunión para discutir estos folletos. Y esto por varias razones. La primera, porque será para el estudiante una fuente de conocimiento. La segunda, porque prolongará la presencia del capellán en sus vidas entre una entrevista y otra. Tercera, porque puede ser una fuente de contacto con sus compañeros y amigos que también pueden estar interesados.
A raíz del primer encuentro, un porcentaje de estudiantes relativamente pequeño querrá dar seguimiento a su dirección espiritual o buscar una mayor participación en las actividades de la oficina del Capellán pero al menos se habrá dado un primer paso para que el nuevo estudiante católico vea el interés del capellán y sepa donde y a quien acudir si está interesado en recibir ayuda o si desea tomar más en serio su vida cristiana.
En su relación con el estudiante, el Capellán tratará de fomentar diversas prácticas. Dos de las cuales se refieren a dedicar algunos momentos de oración mental diariamente, así como un compromiso de hacer una lectura espiritual diaria (principalmente el Nuevo Testamento y algunos clásicos religiosos). Por medio de las Escrituras, el estudiante busca el conocimiento de Cristo y comienza a modelar su vida de acuerdo a la Suya. En la oración, la conversación íntima con Dios, se sostiene el crecimiento de la relación con Dios. Poco a poco el Capellán podrá guiarlo hacia una vida piadosa más completa: la Misa diaria, la devoción a la Virgen Santísima, el examen de conciencia, etc.
Estas prácticas le ayudarán a ser más que a tener y a hacer, típicos de nuestra sociedad activista y materialista, y le darán un medio práctico para enfrentar los desafíos de convertir a Dios en la prioridad número uno de su vida. Verá que Dios está realmente llamándolo a la santidad en medio de su ambiente, y mientras mayor sea su dedicación a la oración y a la vida sacramental, más fácil y fructífera será su vida al servicio de sus amigos, de la sociedad y de la Iglesia. Es en medio de los estudiantes que están en frecuente contacto con el Capellán o en dirección espiritual, que saldrán las vocaciones, no sólo al sacerdocio y a la vida religiosa, sino también a la vida laica totalmente dedicada. El papel del Capellán es servir como instrumento divino para transmitir esa llamada a los estudiantes.
A niuvel de actividades de grupo, hay muchas y diferentes áreas que pueden explorarse. Al menos una vez al año debería ofrecerse un curso fundamental de las enseñanzas básicas de la fe Católica, para complementar la lectura del catecismo. También es de enorme ayuda un curso de estudio bíblico bien dirigido, para la comprensión tanto de la Sagrada Escritura como de la Tradición. Dichos cursos son útiles no sólo para formar a los católicos sino para introducir a los no católicos a nuestra fe.
En muchos campus universitarios es muy popular el trabajo voluntario tanto en comunidades locales como en otros países. Aquí lo importante es asegurar que el trabajo voluntario con los pobres, ancianos y los enfermos se efectúe en el contexto del evangelio y como una consecuencia lógica de la adhesión del estudiante a las prácticas de la fe. Si no estos proyectos de servicio social pueden servir como sustitutos de la auténtica vida interior y de la religión. El estudiante debe comprender claramente la diferencia entre activismo social y las obras de misericordia corporales. En nuestra sociedad de abundancia, es importante que el católico tome contacto con la miseria que se esconde alrededor nuestro. La alegría de la donación generosa por amor a Cristo puede ayudar a efectuar un cambio serio en los estudiantes que hasta entonces han estado gravemente afectados por el egoísmo de la sociedad de consumo.
La enseñanza del catecismo en las parroquias o en la comunidad universitaria es una ayuda valiosísima en la formación de católicos universitarios. Constituye una vía de evangelización y además prepara a los estudiantes para la transmisión de la fe a sus futuras familias y a sus compañeros de clase. Los impulsa asimismo a profundizar sus estudios de la doctrina cristiana.
La actividad de grupo más importante como seguimiento al contacto unipersonal es un retiro. Un retiro silencioso de fin de semana con oportunidades abundantes de oración y dirección espiritual puede ayudar a los estudiantes a avanzar en sus vidas cristianas más que todo un año de otro tipo de actividades. A lo mejor esa será la primera vez que el estudiante se encuentre solo en reflexión y conversación con Cristo. Podrá ver con más claridad cuál es el significado y propósito de su vida. Es en este medio que se conversa, que se hacen resoluciones para cambiar y que se descubren las vocaciones. En mi experiencia, es la actividad fundamental para construir una base firme de liderazgo estudiantil para los servicios de capellanía universitaria. Los retiros deberían ofrecerse varias veces durante el semestre, y de ser posible separados para hombres y mujeres para no tener distracciones innecesarias.
TRANSFORMACION CULTURAL
El objetivo del ministerio univesitario no es simplemente transformar a los estudiantes en otros Cristos, sino también la transformación de la universidad misma y finalmente de la sociedad y el mundo. A los estudiantes que aprovechan todo lo que la oficina del capellán ofrece, debería estimulárseles para que participen en actividades extra curriculares: no sólo como participantes sino como líderes.
Están llamados a ser hombres y mujeres que ejercen lo que el Cardenal Newman llamaba "influencia personal" sobre sus compañeros. No deben ser "grupitos clericales" sino apóstoles que escuchan la voz de Cristo llamándoles a lanzarse a fondo y bautizar a todas las naciones.
Los estudiantes van y vienen, pero los profesores generalmente son permanentes. Si están plenamente formados y comprometidos, pueden ejercer una influencia para el bien que fácilmente dejan pequeña a la del Capellán. Igual los estudiantes graduados y el personal de apoyo de toda la universidad deben también tener un lugar en todo plan completo y coherente de la evangelización universitaria.
El Capellán debe contar con un registro bien planificado de conferencistas para todo el año. No hay que temer abordar temas controversiales dentro de la Iglesia, siempre desde el punto de vista ortodoxo y con amplia oportunidad de discusión durante el período de preguntas y respuestas al final de cada charla. Los conferencistas deberían ser por lo general, hombres y mujeres laicos destacados profesionalmente en sus respectivos campos, dotados de una fe fuerte y activa. A menudo es posible organizar programas de colaboración con otras organizaciones en el campus que apoyan los ideales y la moral cristiana, tales como clubes culturales cristianos o grupos Pro Vida. Debería también estimularse la plena participación de los profesores católicos en dichos programas. Temas tales como el papel de las mujeres, la doctrina social católica, las enseñanzas de la Iglesia en materia de sexualidad y la familia son de gran importancia actual y podrían ser tratados dentro del marco de un programa de conferencistas de primera categoría. No hay que temer al Protestantismo Fundamentalista y se le puede confrontar por medio de debates en el campus.
De ser posible, el ministerio universitario debería contar con una biblioteca bien dotada que incluya temas filosóficos, teológicos y apologéticos, para que los estudiantes y los profesores tengan acceso a la sabiduría de la tradición católica. También se deberían ofrecer libros y folletos para la venta. En vista del mini Renacimiento que se está dando en este país respecto a las publicaciones católicas, hay numerosos títulos nuevos disponibles, además de reimpresiones de muchos clásicos que encontrarán lectores ansiosos entre los estudiantes católicos de hoy en día. Por supuesto que hay que tener cuidado en la selección de los libros que se vendan o se presten. Ya hay suficiente confusión entre los estudiantes, como para entrer en controversias doctrinales abstrusas.
NUEVOS MOVIMIENTOS
El personal de la oficina del Capellán deberá mostrar gran apertura a las diversas variedades de espiritualidad que abundan en la Iglesia. Hay múltiples instituciones y movimientos en la Iglesia que han probado su eficacia en el medio de la juventud universitaria, tales como la Renovación Carismática, Focolare, Opus Dei y Comunión y Liberación. Seguramente hay muchas otras que se distinguen por su total fidelidad a la Iglesia y su celo por ganar almas. Hay que estimularlas a que participen activamente en los campus, coordinando y colaborando con el Capellán. No debe existir monopolio en la ayuda espiritual que se ofrezca a los estudiantes y hay que mantener un gran respeto para el estudiante en la búsqueda de su camino.
DICE EL VATICANO II:
Los pastores de la Iglesia no sólo deberán ser asiduos en el cuidado de la vida espiritual de los estudiantes universitarios católicos sino que en su afán por la formación espiritual de todo su pueblo, deberán proveer el establecimiento de residencias y centros católicos en las universidades no católicas. Dichos centros contarán con sacerdotes, religiosos y laicos cuidadosamente escogidos y preparados para la labor de ofrecer en forma permanente, guía espiritual e intelectual a los estudiantes.
Los obispos deberán considerar la factibilidad de ofrecer cursos en los seminarios, sobre trabajo de capellanía universitaria, e incluso preparar en forma particular a las personas dotadas para este tipo de trabajo, enviándolos a tomar mayores estudios, tanto seculares como teológicos.
Deberá quedar igualmente claro que cada padre de familia que tiene una hija o hijo en edad universitaria, y cada sacerdote que tiene estudiantes universitarios en su parroquia, de hecho es un ¨ministro en el campus" y deberá tomar esto como una obligación seria.
A pesar de las dificultades que se encuentran, con un esfuerzo diligente acompañado de la oración, podremos lograr un progreso perdurable. La mies es mucha y los obreros son pocos. Orad por tanto, para que el Señor mande más operarios.
Taken from Catholic Position Papers of September 1993, series A, Number 219, Japan edition.