2030: Una Mirada Retrospectiva

por el Padre John McCloskey


1 DE ENERO DE 2030

Estimado Padre José:

Mucho agradezco tu invitación para formar parte de su ceremonia de ordenación en la Catedral y para predicar en su Misa de Acción de Gracias en la Iglesia de Santo Tomás Moro. Ambos eventos me causan enorme alegría. Como te conozco desde tu adolescencia cuando comencé a darte dirección espiritual y nuestra amistad continuó a lo largo de tus años universitarios y los inicios de tu vida profesional, ya podrás imaginarte lo conmovedor que fue para mí revestirte de la casulla y concelebrar contigo, un nuevo sacerdote de Cristo y su Iglesia. No se puede imaginar vocación más sublime.

Uno de los santos más grandes del siglo pasado, que fue recientemente proclamado doctor de la Iglesia, insistía que cada sacerdote debería dejar por lo menos varias vocaciones sacerdotales para tomar su lugar. Felizmente y por la gracia de Dios, varias docenas me han seguido directa o indirectamente. Como debes saber, dejaré mis obligaciones formales pastorales con la parroquia al cumplir 77 años en octubre próximo. Me consuela mucho saber que estás continuando esa "larga fila negra". Los sacerdotes por supuesto nunca se retiran, siempre que puedan continuar orando, escuchando confesiones y celebrando la Santa Misa, todo lo cual felizmente puedo hacerlo. Mi mantra en 50 años de sacerdocio de "oración, dieta, ejercicio y sueño" me ha mantenido en forma, de modo que talvéz todavía me quedan una o dos décadas de servicio a Dios, tomando en cuenta los avances en la tecnología médica de las últimas décadas. Aquellos pocos años de prisión y tortura resultaron maravillosos para mi vida espiritual y no me causaron incapacidad alguna, a diferencia de los confesores de la fe del siglo 20.

He creído oportuno tomar unos minutos de tu tiempo para dar un vistazo a la evolución de la Iglesia desde el Gran Jubileo del año 2000. Después de todo, como apenas tienes 25 años, a duras penas la edad canónica, no tienes muchos recuerdos de los eventos que precedieron al actual estado vigoroso y saludable de la Iglesia en los Estados Regionales de Norteamérica. Tuviste, sin duda alguna, magníficos profesores de Historia de la Iglesia en el seminario, quienes prestaron especial atención a lo que en su tiempo se conoció como el período post conciliar después del gran Concilio Vaticano Segundo. (Me dio mucho gusto ver que tomaste seis cursos de Historia de la Iglesia en el seminario. Muchos de los problemas que se presentaron en el periodo de 50 años que siguieron a la clausura del Concilio pudieron haberse evitado, principalmente en Occidente, si se hubieran visto en la perspectiva de la historia de la Iglesia, con sus altos y bajos, sus santos y pecadores. Sí, Ecclesia semper reformanda¡ Los tiempos post conciliares datan en verdad, después del Concilio de Jerusalén en el año 50, pero bueno, no importa). El período post conciliar fue la era de los primeros aproximadamente 45 años de mi formación como laico católico y después, los primeros veinte años de mi sacerdocio.

Ya con una perspectiva de 30 años, muchos de los elementos de esta era se ven igualmente trágicos como cómicos, otros elementos simplemente lucen como una pesadilla. Tú sabes que a lo largo de los años he escrito muchos artículos acerca de ese período considerado como desafortunado para nuestro país y para la Iglesia, durante el cual tantas almas se perdieron, se propagó tanta confusión que se necesitaron muchas décadas para construir lo que tan rápidamente se destruyó. No necesitamos agregar nada. Probablemente has estudiado extractos de las obras de los grandes filósofos europeos como Maritain y von Hildebrand, así como de los profundos autores norteamericanos como Hitchcock, Kelly, McInerney, Wrenn, y Baker y Roche quienes explicaron con precisión lo que en retrospectiva puede verse claramente al menos como una distorsión de las enseñanzas de aquel gran Concilio y en algunos casos como traición e interpretaciones erróneas hechas deliberadamente.

No estoy diciendo nada nuevo, por supuesto. En tus estudios de los Concilios de la Iglesia, habrás visto que muchos de ellos fueron convocados históricamaente para dar respuesta a algunas crisis, y sus deliberaciones se llevaron a cabo en circunstancias muy difíciles. Sin embargo los desafíos que fueron llamados a resolver a menudo duraron varias décadas antes que las enseñanzas conciliares entraran en vigor. No debe sorprender que la Iglesia tenga la más amplia visión que cualquier institución debido a su naturaleza sobrenatural. Como lo dice la expresión "Roma patiens quia aeterna". No creo que necesites traducción ya que todos los seminaristas ahora toman seis años de latín además de un año completo de griego, hebreo y árabe. Todavía tenemos que convertir a los musulmanes¡

Para enfrentar la confusión post conciliar, en 1978 vino la intervención sobrenatural que nadie esperaba, con la elección de Juan Pablo el Grande como Sumo Pontífice. Yo estaba en mi primer año en el seminario en Roma cuando fue electo y escuché aquellas palabras de sus labios en la Plaza de San Pedro: Non Abbiate Paura (No tengan miedo). (Está bien, ya sé que también hablas italiano. Espero que tengas la oportunidad de hacer algunos estudios de post grado en Roma en la Santa Croce, pero primero habrás de ensuciarte las manos con un poco de trabajo pastoral¡). Aunque parezca mentira, mucha gente de muy buena voluntad seguía buscando durante el pontificado de Juan Pablo aquel puño de hierro para acabar con el disenso y para restaurar algo de la belleza, la certidumbre y la disciplina de los años 40 y 50–ya tú sabes, Sheen, Spellman, el footbal en Notre Dame, la Cruz desplegada en las Barras y Estrellas, etc. La apoteosis de este supuesto Momento Católico está representada en aquella escena de la película "High Society" en la cual Bing Crosby en un barco de velas le canta a Grace Kelly la canción "Amor verdadero". Has oído estos nombres alguna vez? Ambos actores eran católicos.

San Juan Pablo, sin embargo, miraba más allá hacia el nuevo siglo y hacia la "primavera de la Iglesia", de la cual yo estoy disfrutando en mis últimos años y tú en los primeros años de tu sacerdocio. El era como Moisés, sin embargo en su caso sin falta alguna, quien llevó al pueblo escogido a través del desierto directamente a las puertas de la Tierra Prometida. Cruzó el "Umbral de la Esperanza" y al poco tiempo se marchó a recibir su recompensa después de haber realizado la peregrinación a Tierra Santa que tanto había esperado.

Este gran Papa simplemente aplicó a la Iglesia universal su libro "Fuentes de Renovación", que había utilizado en la implantación del Segundo Concilio Vaticano en su diócesis de Cracovia. En sus numerosas encíclicas y exhortaciones apostólicas, en sus docenas de peregrinaciones episcopales en el mundo entero, en sus nombramientos cardenalicios y episcopales, pacientemente promulgó una interpretación auténtica de los decretos del Concilio, en el cual participó como uno de los Padres Conciliares. Con sus enseñanzas había establecido sobre casi todas las posibles áreas, un programa de evangelización y renovación genuina, que tomaría al menos un siglo para implantarse en su plenitud.

Visto en retrospectiva, cuesta imaginarse que hubieran realmente personas que pensaran que el "próximo Papa" iba a deshacer de alguna manera el formidable trabajo de construcción realizado por Juan Pablo el Grande. Después de todo, qué razón habría, aun desde el punto de vista humano, para que un cónclave integrado totalmente por cardenales nombrados por San Juan Pablo II, eligieran a alguien con un enfoque totalmente distinto en el trabajo de evangelización y gobierno de la Iglesia? Los Pontificados subsiguientes de León XIV (el africano) y el actual pontífice reinante, Juan XXIV (el brasileño), han continuado nutriéndose en la visión de Juan Pablo, a la vez que agregando su propia inspiración y juicios prudentes, bajo la guía del Espíritu Santo en las actuales situaciones de la Iglesia y del mundo que les ha tocado enfrentar.

Como sabrás, al comienzo del Gran Jubileo había aproximadamente 60 millones de católicos nominales a comienzos del siglo. Te preguntarás cómo bajamos de esa cifra a los actuales 40 millones. Para decirlo en forma delicada, creo que la respuesta es: consolidación. No es tan mal como parece. En retrospectiva puede verse que de esos 60 millones solamente el 10% aproximadamente estaban "con el programa". (Dispensa este anacronismo, pero es que tengo 77 años¡). O sea, que sólo el 10% aceptaban de todo corazón las enseñanzas de la Iglesia y practicaban los sacramentos en el sentido mínimo de la Misa dominical y por lo menos la confesión anual. Los demás inevitablemente, o dejaron la Iglesia, o se pasaron a la cultura de la muerte, o fallecieron, o en algunos casos, por lo menos en un par de décadas, se pasaron a varias sectas cristianas, lo que quedaba de la corriente principal del Protestantismo o cristianismo bíblico. En vista de que la tasa de natalidad de los católicos continuaba declinando entre estos católicos nominales y la inmigración hispana disminuyó considerablemente debido a políticas gubernamentales más estrictas y mejores condiciones sociales al Sur de la Frontera, inevitablemente el número de católicos disminuyó.

Como habrás notado y lo experimentarás ahora en todo su esplendor pastoral, al mismo tiempo los católicos de ahora están mejor formados, practican su fe en el sentido tradicional y a un nivel mucho más alto que nunca, y ponen gran interés en compartir su fe con sus vecinos. El disenso ha desaparecido del vocabulario teológico. También observarás que como grupo, tienen un promedio de 4 a 5 hijos por familia, lo que significa que en las próximas décadas, veremos un aumento en su crecimiento natural. En vista de que la sociedad pagana moderna ha alcanzado su meta de cero crecimiento de población, la demografía está de nuestra parte. Irónicamente, en este año 2030 representamos solamente el 10% de la población, pero es un punto de apoyo sólido como una roca, del cual Arquímedes estaría orgulloso. Desde ese punto de apoyo podemos transformar el mundo si nos mantenemos fieles. Ahí voy de nuevo con esas expresiones antiguas, pero ya sabes lo que quiero decir.

Debo también mencionar el flujo de cienes de miles de Protestantes Evangélicos quienes han enriquecido y fortalecido la Iglesia en gran medida con su amor personal al Señor y su entusiasmo en comunicarlo a la sociedad. Los grandes trastornos sociales de los últimos 30 años les ha permitido observar la belleza de nuestra tradición, el don de la autoridad, y por sobre todo, los grandes dones de la liturgia y los sacramentos. Ciertamente que estamos en vías de alcanzar la respuesta a la oración de Nuestro Señor: "Ut om nes unum sint". Si tan solo pudiéramos ahora ayudar a nuestros hermanos ortodoxos a comprender la necesidad de la unidad. Así es que ahora somos la mitad en cantidad, pero todos juntos, "cor unum et anima una", para continuar esa nueva evangelización que pedía Juan Pablo II en su último viaje a México y los Estados Unidos en 1999.

En retrospectiva, las grandes luchas de los últimos 30 años sobre los temas fundamentales de la santidad del matrimonio, los derechos de los padres, y la santidad de la vida humana han sido de gran ayuda en la renovación de la Iglesia y en cierta medida, de la sociedad. Finalmente, como regalo de Dios hemos recibido un gran regalo que nos estaba haciendo falta en nuestra experiencia eclesial en estos 250 años en Norteamérica: una fuerte persecución que fue una verdadera purificación para nuestra "sociedad enferma". Las decenas de miles de mártires y confesores de la fe en América del Norte fueron indudablemente la "semilla de la Iglesia", al igual que lo fueron durante la era previa al Edicto de Milán. El conflicto final corto y relativamente incruento produjo nuestro Estados Regionales de Norteamérica. El resultado no fue, de ninguna manera, la solución ideal, pero permite a los cristianos vivir en estados que reconocen la ley natural y la Revelación divina, el derecho a la libertad religiosa, y leyes sobre el matrimonio, la familia y la vida que reflejan la primacía de nuestra Fe. Con el tiempo y la realidad de la siempre decreciente población de los estados que rinden culto a la "la cultura de la muerte", quizás podremos reunirnos y realizar el sueño de los Padres de la Patria de los antiguos Estados Unidos, de ser "una ciudad brillante en la colina".

Uno de los factores que ha jugado un importante papel en este siglo en el verdadero aumento de la piedad, el celo apostólico y la solidez doctrinal de la Iglesia, ha sido la creciente convicción de que si la Iglesia debía evangelizar la cultura, eran los laicos los que tendrían que hacerlo. En aquella exhortación apostólica que vino a ser el mapa de la nueva evangelización, "La Iglesia en América", que hasta el día de hoy usamos como guía en muchas áreas, se dijo perfectamente: "El secularismo es la marca verdadera y distintiva del laico y de la espiritualidad laica, lo cual significa que los laicos se esfuercen para evangelizar los diversos sectores de la familia, de la sociedad, de las profesiones y la vida cultural. America necesita laicos cristianos capaces de asumir papeles de liderazgo en la sociedad. Urge entrenar a hombres y mujeres, que de acuerdo con su vocación, puedan influenciar la vida pública y dirigirla hacia el bien común". En el seminario sé que llevaste un curso electivo sobre "el papel del laico católico en el mundo", basado en los documentos del Segundo Concilio y los escritos de Juan Pablo II, por tanto estás bien equipado para comunicar a los fieles que han sido confiados a tu cuidado pastoral, este mensaje claro y vital.

A lo largo de mi sacerdocio ha sido fascinante observar el desarrollo y la eventual desaparición o institucionalización de varios movimientos laicos que surgieron a raíz de la segunda guerra mundial y existieron hasta finales de la primera década de este siglo. Algunos se convirtieron en asociaciones laicas o congregaciones religiosas, otros tomaron otras formas eclesiales, pero a estas alturas todos los que sobrevivieron o no se consolidaron están establecidos y contribuyen grandemente a esta "primavera de la Iglesia". Algunos miembros de la jerarquía y del laicado tenían algunas dudas sobre estos grupos, lo cual no es raro en la historia de la Iglesia. Después de todo, lleva su tiempo acostumbrarse a los "nuevos chicos del barrio". No obstante, en los primeros años del milenio, fueron reconocidos por la Iglesia y proporcionaron un "impulso inicial" (luego te explicaré esta expresión),al laicado que buscaba la santidad en medio del mundo, que es precisamente el mensaje clave del Segundo Concilio Vaticano.

Fueron los miembros de este grupo los que volvieron a introducir a los laicos el concepto de que la oración personal y la negación de sí mismo constituyen el "alma del apostolado". Nadie que haya vivido esa época podría olvidar la gran reunión en la Plaza de San Pedro el domingo de Pentecostés en la primavera de 1998. Fue una fotografía del futuro que ahora estamos viviendo. Ya como sacerdote vas a celebrar Misas en los días de las fiestas de su Fundador o de algunos de sus seguidores.

Como ves, José el problema era realmente cuestión de una eclesiología apropiada y ha sido resuelto. No queda casi ningún laico que piense que su papel en la Iglesia es simplemente "rezar, pagar y obedecer" o que su presencia en la Iglesia se requiere simplemente para "nacer, casarse y despacharse". Los laicos católicos de hoy en día están conscientes de que su misión fundamental es ser Cristos para el mundo y llevar a Cristo a sus lugares donde se encuentran y no es asunto de participar en el "poder" de la jerarquía. De arriba abajo, y de abajo arriba la Iglesia es una institución de servicio, que conduce a la santidad y a la evangelización. Las luchas de la sociedad, las catástrofes globales y las persecuciones de los últimos años han forzado a la gente a tomar decisiones difíciles. Al paso de los años, los laicos ahora saben que tienen "poder" no otorgado por la jerarquía o sus dirigentes, sino por la Santísima Trinidad a través de los Sacramentos comenzando por el Bautismo y la Confirmación, alimentados por la Eucaristía, perdonados en la Penitencia, ungidos en sus enfermedades graves. La gran mayoría responde a su vocación por medio del matrimonio, las órdenes sagradas o su dedicación a Dios como laicos por medio del celibato apostólico. En pocas palabras, ha llegado por fin la era del laicado y ya la gente no piensa que mientras más se involucran con su parroquia, están más involucrados con la Iglesia¡ Al estudiar la Historia de la Iglesia te has dado cuenta cuánto daño se ha hecho en los últimos siglos por esta esquizofrenia del laicado de compartamentalizar su vida "espiritual" separándola de su vida diaria inmersa en el mundo del trabajo, la familia, la política y la cultura.

Cabe mencionar el estado de los religiosos cuyo desarrollo ha sido en cierta medida similar al de los laicos. Dicho en pocas palabras, existen muchas menos congregaciones religiosas de hombres y mujeres. La gran mayoría, o se han consolidado unos con otros viendo que su misión era similar o idéntica, o simplemente han desaparecido al fallecer sus últimos miembros. También es de hacer notar que hay menos fundaciones nuevas después de la racha que tuvo lugar a finales del siglo pasado y a comienzos de éste. Con la renovación o la reforma de las órdenes religiosas tradicionales fundadas por los grandes Santos, muchos jóvenes de ambos sexos se han unido a ellas atraídos por la historia de santidad y sus especiales carismas y espiritualidades. En mi opinión felizmente este gran crecimiento se ha dado en aquellas congregaciones dedicadas a la vida de clausura y a la oración contemplativa, así como a la adoración eucarística, a la pobreza y a la penitencia. Con su ejemplo se ha ayudado tremendamente a estimular a los laicos a poner la vida contemplativa en primer lugar, aun viviendo en medio del mundo y no en conventos y monasterios. En resumen, se ha superado ampliamente la crisis de identidad para las personas con vocación religiosa y ahora están prosperando. Usan sus hábitos y abrazan con alegría sus votos. El sufrimiento ofrecido por muchos religiosos fieles durante el período post conciliar finalmente ha dado fruto. El hecho de que el Papa Juan XXIV es cistercense tampoco ha dañado el reclutamiento de vocaciones religiosas.

De más está que mencione el sacerdocio diocesano. Es allí donde se ha dado la más hermosa transformación y el mayor crecimiento. El alza inicial de vocaciones sacerdotales que se registró al comienzo del gran jubileo, se convirtió en una avalancha que ahora está finalmente experimentando su efecto pleno en la repoblación de nuestras parroquias diocesanas. Después de todo, tomando en cuenta las muertes, las deserciones y la severa declinación en vocaciones sacerdotales, todavía falta mucho terreno para regresar a las cifras de 1965. Ahora existen menos seminarios pero están repletos. No sólo para el mundo de los negocios son válidas las economías de escala. Año con año los grandes seminarios regionales están produciendo cienes de sacerdotes conscientes de que la vida de la Iglesia en América y en todas partes no se limita a sus pequeñas diócesis. La edad promedio de los jóvenes que entran al seminario ha vuelto a estar dentro del rango de los 25 a los 29 años y el nivel educativo es más alto. De nuevo ha vuelto a ser posible ser selectivos.

El sacerdocio por lo general, se ha convertido en una primera opción, no una segunda o tercera. Tu educación fue intelectualmente exigente y enfocada no simplemente en las importantes virtudes pastorales, sino principalmente en el establecimiento de la base de una intensa vida interior, lo que se ha traducido en iniciativas vigorosas en materia de evangelización y catequesis. Afortunadamente has entrado a una iglesia donde prácticamente todo el trabajo administrativo de la parroquia lo realizan en su mayoría los diáconos administradores apoyados por laicos profesionales competentes, con lo que el sacerdote puede concentrarse sin distracciones en los grandes amores de su vida: los sacramentos y la proclamación de la palabra de Dios. El excedente de sacerdotes nos ha permitido prestar más atención a las instituciones educativas donde surgen las vocaciones de todo tipo, así como también prestar sacerdotes a aquellos países, principalmente en Europa Occidental donde fuera de Roma, hay escasez de sacerdotes. Como bien sabes, la dramática reducción demográfica de los últimos treinta años ha dejado a Europa convertida en poco más que un parque de diversiones para los turistas de Asia y América. Oremos para que así como Europa sobrevivió las invasiones de los bárbaros en la época negra de la Edad Media, sobreviva también su propio intento de suicidio continental por medio de la anticoncepción, por el lento y sostenido crecimiento de las órdenes religiosas contemplativas y los movimientos laicos que constituyen en la actualidad la única fuente de vida católica en Europa.

El crecimiento de las sociedades sacerdotales para sacerdotes diocesanos ha tenido una enorme influencia positiva en la moral, la fraternidad y los niveles más altos de vida espiritual del clero diocesano. Como verás, el mayor peligro para la salud espiritual y aún física del sacerdote es la soledad. Ningún hombre está supuesto a estar solo. Ya sé que te gustaría trabajar con vocaciones en algún momento y te animo a que lo hagas. Recuerda sí, que cada sacerdote debe considerarse a sí mismo un pescador de hombres y un promotor de vocaciones, si no un director. Deberías ponerles el "collar" a muchos hombres, y perdona la expresión.

Ahora José, dirijamos la mirada al desarrollo de la educación católica durante tu vida. Los cambios han sido tan grandes y positivos que un viajero del tiempo proveniente del año 2000 no podría dar crédito a sus ojos. Es la misma historia de siempre: consolidación, sacrificar la cantidad en aras de la calidad. A nivel universitario escasamente existen dos docenas de universidades consideradas católicas por la Congregación para la Educación Católica en Roma. La decisión sorpresiva de la Congregación de retirar el status de católica de todas las universidades nominalmente católicas en los Estados Unidos y pedirles que vuelvan a solicitar su acreditación, fue todo un éxito. Sirvió para separar el trigo de la cizaña por así decir. La mayoría de las universidades ex católicas han cerrado, han sido vendidas o se fusionaron con otras universidades seculares. Como resultado, ahora la propaganda contiene la verdad. La mayoría de las verdaderas universidades católicas que quedaron, ofrecen un sólido currículum básico, un currículum d artes liberales que ha preparado a muchos de sus graduados para desempeñar carreras exitosas en sus profesiones o para continuar en escuelas para graduados en las instituciones seculares, en las cuales han sido una gran fuerza de evangelización. Existen relativamente pocas escuelas católicas de medicina o de derecho, pero su excelencia profesional unida a la total adhesión a las enseñanzas católicas en su campo, ha producido varios hombres y mujeres notables, incluyendo un par de ganadores del premio Nobel en medicina y un buen número de jueces y legisladores en varios de los Estados Regionales.

Si bien todavía existen escuelas católicas elementales y de secundaria, han habido varios cambios. El fracaso de la educación mixta quedó de manifiesto en parte gracias a una investigación realizada a principios de siglo. Ahora las escuelas son de un solo sexo y se presta en ellas atención especial a la formación del carácter y al desarrollo religioso e intelectual de ambos sexos que si bien son complementarios, también son totalmente diferentes. De más está decir que estas escuelas están empapadas de la cultura católica y preparan a sus estudiantes para los estimulantes desafíos del mundo secular. Ahora existen múltiples alternativas a lo que fue considerado como educación tradicional en el siglo pasado. Millones reciben su educación en el hogar por medio de una mezcla de Internet inter-activa, la televisión de cable y de satélite y la buena lectura al estilo antiguo, además del enfoque individual tradicional y directo .

Por cierto que una de los principales motivos de la desaparición del disenso es que hoy en día cualquier católico puede encontrar la verdad sobre prácticamente cualquier materia de fe y moral sin abrir un libro o consultar a un maestro o a un sacerdote. La respuesta correcta, en acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia está a una tecla de distancia. Ya nadie puede echarle la culpa de su ignorancia a la parroquia o a los típicos "doce años de educación católica". Por otra parte, ningún sacerdote o maestro tiene excusas para confusiones en relación con la transmisión de la enseñanza auténtica de la Iglesia. Esto es bueno por todos lados, diría yo.

Si bien aún se continúa imprimiendo, reimprimiendo, vendiendo y leyendo buenos libros católicos, tanto nuevos como viejos, el periodismo católico en forma de periódicos, revistas y otras publicaciones, virtualmente ha desaparecido. El costo es muy alto para una distribución tan pequeña. El mensaje en la pared se hizo evidente desde 1980 y los 90`s con una caída drástica en la circulación y la incapacidad de buenas revistas de aumentar su circulación. Algunas de estas revistas y periódicos aún existen pero en forma electrónica en la Red donde cobran una cuota o se mantienen a base de anuncios. Como sabes, ha habido un renacimiento de literatura católica, novelas y poesía que reflejan tanto el crecimiento cualitativo de la Iglesia como la realidad de las malas épocas que pasamos en los últimos veinte años. El sufrimiento a menudo produce literatura excelente y hemos tenido nuestra cuota de dolor. Mucha de esta literatura es producida por autores católicos serios, no se trata de literatura específicamente catalogada como católica, pero uno puede formarse su propia opinión. Conozco tu inclinación literaria y que leíste intensamente la literatura mundial en tus pocos momentos libres en el seminario. Qué bueno que lo hiciste entonces porque ahora vas a tener aún menos tiempo. Esto te va a ayudar inmensamente en tus predicaciones y para dar dirección espiritual.

Además de las decenas de miles de sitios católicos en la Red, de calidad variada, existen muchos programas radiales y de televisión con programación católica. Los esfuerzos pioneros fueron iniciados por la Madre Angélica de la vieja Red de EWTN y el grupo de inversionistas que fueron comprando las estaciones una por una, en silencio pero efectivamente y convirtiéndolas en instrumentos de evangelización católica. Estos esfuerzos realizados en el último cuarto del siglo veinte han dado fruto en otras empresas similares con un diferente ángulo o inclinación. Como sabes, ahora el cine, la television, libros, radios, etc. ya no constituyen un medio por sí mismos, ya que todos ellos están disponibles en la pantalla de pared donde estás leyendo esta carta. (Siento mucho ser tan impersonal pero te escribí una nota en la tarjeta de tu ordenación para lo cual utilicé una pluma fuente que no había tocado en cuarenta años¡).

He dejado de último lo mejor de este enfoque personal y sinuoso del desarrollo de la Iglesia durante tu vida, el cual para ser sincero, creo que lo he escrito tanto para tí como para mí mismo. Indudablemente que el peor aspecto de la distorsión de las enseñanzas del Segundo Concilio Vaticano fue el abuso de la liturgia. Te voy a ahorrar los detalles porque son demasiado dolorosos para relatarlos. Los sacrilegios, las blasfemias, la irreverencia y el horrible mal gusto disminuyeron gradualmente durante los años de tu niñez. Contrario a algunas opiniones, resultó ser que el problema no era sobre los rituales sino más bien tuvo que ver con los aspectos de reverencia, obediencia a las rúbricas, y la vida interior de los que celebraban los sacramentos. Ahora que el sacerdocio y la vida religiosa son saludables en términos generales tanto en creencia como en espíritu, la Misa se celebra en la forma que el Concilio había previsto, para dar mayor gloria a Dios, y estimular la devoción de los laicos mediante su participación activa. Si bien el rito Tridentino en toda su gloria continúa celebrándose en algunas iglesias, cada parroquia tiene una Misa en latín todos los domingos por la mañana, junto con otras Misas en lengua vernácula, celebradas con reverencia, con sermones bien preparados, cantos, incienso y bellos accesorios que no dejan chance alguno de nostalgia a los que aún recordamos las Misas de antaño. Cuando los fieles laicos entran en una Iglesia, se dan cuenta que no se trata de una sala de reuniones sino de un sitio de alabanza y oración personal, donde casi siempre encontrarán la Adoración del Santísimo Sacramento completa con la Bendición, y otras devociones tales como el Via Crucis y la Oración Litúrgica de Laudes y de Vísperas.

La arquitectura eclesiástica ha regresado a las formas clásicas o las ha empleado como base sólida para producir nuevas ideas arquitectónicas. La obra de los maestros en arquitectura eclesiástica de principios del siglo 21 como Menzies, Stroik y sus discípulos, así como el trabajo de maestros artífices del arte litúrgico interior, tales como Granda y compañía, han permitido una renovación a gran escala de muchs iglesias que habían sufrido "el despojo de los altares" en los últimos 25 años del siglo pasado. La música eclesiástica también ha mejorado, con el regreso de los añorados Cánticos (Gregorianos) al ambiente de las parroquias. Como te habrás imaginado, en muchos casos no se ha sido asunto de buscar nuevas formas sino más bien de reclamar los siglos de belleza en el arte, la música y la liturgia y arquitectura que se habían relegado como inútiles o "irrelevantes". Por lo menos ese celo mal dirigido sirvió para depurar mucho del mal gusto que también existía antes del Concilio. Recuerda sí, que la Iglesia continúa avanzando hacia adelante, aún cuando trabaja desde el pasado. Verás sorprendentes avances en arte litúrgico que perdurarán si resultan agradables al ojo y al corazón, y son realizados por persona de talento y de fé.

Ya es hora de cerrar. Tengo que irme a un torneo de "Squash". Podrás reírte pero en verdad que le gano a personas más jóvenes que yo. Puede que encuentres este análisis demasiado rosado, y quizás tengas razón. Siempre hay problemas en la Iglesia dada su naturaleza humana combinada con su Personalidad Divina. Sin embargo en la Iglesia en el pasado han habido tiempos de gloria. Mira por ejemplo la era posterior a los Padres Nicenos de la Iglesia, o la alta Edad Media, o la Reforma Católica. Creo que en los misteriosos designios del Espíritu Santo hemos entrado en uno de esos períodos. Juan Pablo el Grande lo previó y si esto ha sucedido no ha sido sin tremendos sufrimientos y dolor tanto dentro como fuera de la Iglesia. Ha llegado la "primavera de la Iglesia", pero aún queda un largo camino para construir "la civilización del amor y la verdad". Quién sabe si va a continuar y cómo va a acabar todo…? La gracia es eficaz pero Dios todavía obra mediante la causa secundaria del libre albedrío humano. Qué misterioso es todo esto¡ Seguro que va a terminar, temporalmente en el fluir de la historia, con la gloriosa Segunda Venida que todos aguardamos. En realidad la verdadera historia se está escribiendo en el cielo y en definitiva lo importante es cuánta gloria se está dando a Dios cuántas almas se salvan. Ahora es tu oportunidad de construir algo. Sé un buen instrumento. Si encuentras problemas, como los encontrarás, permanece cerca de María. "Recuerda que nunca se ha oído decir…"

Fraternal y orgullosamente en Cristo, el Sumo Sacerdote,

Padre Carlos

Este artículo apareció por primera vez en el "Catholic World Report" en su edición de mayo, 2000.

Traducido por Julia A. Jarquín